“No podía ser candidato porque tenía que resolver las urgencias como ministro
pero ahora va a aparecer como el líder del espacio para dar vuelta la elección”,
resumían los colaboradores más estrechos de Sergio Massa al término del masivo
acto que encabezó en el Hipódromo de San Miguel de Tucumán.
Al frente de un escenario colmado de gobernadores, que iban desde Alicia
Kirchner y Axel Kicillof hasta el anfitrión Juan Manzur y el formoseño Gildo Insfrán,
dirigentes de la CGT y la CTA, los movimientos sociales y el líder de La Cámpora,
Máximo Kirchner, Massa llamó a la militancia a “dar vuelta la historia” y “construir
un triunfo el 22 de octubre”.
La ajustada organización del acto le permitió al poderoso peronismo tucumano
recuperar la autoestima, luego de la humillante caída ante Milei en las primarias.
Exultante y entre abrazos, el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, le preguntó al
final: “si ganamos, ¿dónde festejamos la Navidad?”.
La cumbre peronista en Tucumán también sirvió para reestructurar el comando de
campaña. Massa decidió sumar a Juan Manuel Olmos y su esposa, Malena
Galmarini al comando que hasta ahora lideraba Wado de Pedro, cuestionado
internamente por la supuesta falta de dedicación a su estratégico rol. El puntano
Alberto Rodríguez Saá incluso reclamó concentrar las decisiones en Massa y
terminar con “el doble comando”.
Para los nuevos responsables del comando de campaña, el raid de Massa en
Tucumán funcionó como una demostración del músculo político y el
encuadramiento de los gobernadores peronistas del Norte Grande, los jefes
sindicales y los intendentes. Ya en la cena que habían compartido la noche
anterior al acto, los gobernadores habían hecho autocrítica: “no lo vimos venir a
Milei”.
En rigor, estos gobernadores y los intendentes del Conurbano ayudaron a Milei a
armar las listas y fiscalizarlas, para sacarle votos a Juntos, pero en efecto no
previeron que el libertario sacaría tantos votos. En el peronismo estiman que le
sumaron cinco puntos al libertario que ahora quieren revertir.
Antes de cederle el micrófono a Massa, Manzur arengó a todas las tribus que se
habían movilizado en la soleada tarde tucumana. “El peronismo ya eligió y el
peronismo está unido, ahora vamos para adelante”, gritó para que estallaran
bombos, trompetas y aplausos.
Luego, Massa se comprometió “a ser el presidente de los trabajadores en la
Argentina”. “Voy a ser el presidente que le devuelva a nuestros trabajadores el
poder de compra que han perdido en el salario, voy a ser el presidente que le
devuelva a los trabajadores la dignidad de discutir y de lograr su mejor ingreso, no
a partir de la receta que impone el Fondo Monetario Internacional sino de lo que
decidamos en la paritaria libre en la Argentina”, aseguró ante la sonrisa
complacida del líder cegetista Héctor Daer.
Asimismo, el candidato se refirió a las pymes, con cuyos representantes de las 10
delegaciones de la UIA en el norte del país había compartido un desayuno. “Cada
pyme, cada comercio, cada empresa que genera trabajo en la Argentina necesita
de un presidente y de un gobierno presente, necesita de reglas de juego en las
que se entienda que les tenemos que garantizar la competitividad y la posibilidad
de vender su trabajo al mundo”, sostuvo. Párrafo aparte, dedicó a los jubilados, la
universidad pública y gratuita y el pedido de perdón a los ciudadanos por los
funcionarios que no estuvieron a la altura de las expectativas.
Antes les había pedido a los gobernadores que activen la militancia para recuperar
votos.
Massa suele poner como ejemplo la elección Martín Llaryora en Córdoba Capital,
que arrancó doce puntos abajo y terminó ganando.
“Puede ser que no encuentren en mí al personaje simpático en TikTok que graba
videos atrevidos, pero van a encontrar en mí un presidente que se rompe el alma
laburando”, dijo Massa.
El equipo que acompañó a Massa quedó entusiasmado con el saldo de la movida
en Tucumán y la promesa de los gobernadores de sumar un millón de votos más
para el 22 de octubre.
Los gobernadores le prometieron a Massa sumarle un millón de votos
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